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La Dama de Elche

La Dama de Elche

Ilici

La Dama de Elche es, tal vez, la representación artística más importante del arte íbero que ha llegado a nuestros días.

Fue encontrada en 1897 en el poblado íbero de Ilici, en el yacimiento arqueológico de La Alcudia a tan sólo tres kilómetros de la actual Elche.

Ilici fue la capital de la Contestania, territorio de las tribus iberas que ocupaba buena parte del sureste peninsular, incluyendo la casi totalidad de la provincia de Alicante y parte de las provincias de Albacete, Valencia, Murcia, Jaén y Granada. También fue la ciudad romana más importante de lo que hoy es la provincia de Alicante y una de las más importantes del sureste peninsular.

La Dama de Elche, la figura

La escultura, representa el busto a escala natural de una mujer muy engalanada, tallado sobre un sólo bloque de arenisca de proporciones piramidales. La dama va ricamente ataviada: en la cabeza lleva un tocado formado por una tiara puntiaguda cubierta por un velo y encima un tirante que une los dos rodetes laterales o "estuches" que enmarcan el rostro, donde iría recogido el peinado y una diadema sobre la frente; la espalda y los hombros se cubren con un manto que forma pliegues en la parte de delante y deja al descubierto tres collares con anforillas y porta-amuletos; los pendientes de placas e ínfulas que cuelgan a los lados del rostro, y una pequeña fíbula que cierra la túnica en el escote.

La Dama de Elche

Acerca de la indumentaria, lleva una cofia que eleva la coronilla de la Dama. Sobre ella se monta el velo ceñido por una tiara que rodea toda la cabeza. La prenda más significativa es el grueso manto de lana que descansa sobre sus hombros.

Está bien conservado, con ligeros desperfectos en la parte delantera: en la base y en su costado inferior izquierdo. Unas cuentas de la diadema, del tercer collar y del rodete que delimita el rostro también se han perdido.

Se ha especulado mucho sobre el uso del orificio de la parte posterior, aunque, según los historiadores, sugiere un uso como recipiente funerario. La Dama, se ha interpretado como la representación de una diosa, una sacerdotisa, o a algún personaje regio o de la aristocracia adornada para una ceremonia especial y ataviada con sus mejores galas que podrían constituir su aderezo nupcial compuesto de tres collares, diadema y fíbula, equiparable a los hallados en varios tesoros.

Dama de Elche

Técnica y estilísticamente se considera una obra de fuerte influencia griega, posiblemente realizada por un artista de este origen, tal vez ligado al cercano puerto de Santa Pola, tras recibir el encargo de un personaje ibérico de alto rango.

Los viajes de la Dama de Elche: Del Olvido a la Gloria

Corría el verano de 1897 cuando, en un rincón polvoriento del yacimiento de La Alcudia, junto al río Vinalopó, el azar quiso que la historia despertara de su letargo. Un jornalero, mientras trabajaba la tierra, golpeó algo duro con su azadón. Al escarbar con más cuidado, quedó atónito: de la tierra emergía un rostro femenino de piedra, con una expresión serena y unos impresionantes adornos que parecían diadema y rodetes. Sin comprender del todo lo que había encontrado, avisó de inmediato al propietario de las tierras, Manuel Campello, quien, fascinado por la misteriosa escultura, decidió llevársela a su casa y la bautizó como la “Reina Mora”.

La noticia corrió como la pólvora por Elche. Vecinos y curiosos acudían a la casa de Campello para admirar aquella figura enigmática, que pronto fue fotografiada y sus imágenes enviadas al Museo Arqueológico Nacional en Madrid. Pero en aquel momento, España no comprendió el verdadero valor de la Dama.

Dama de Elche

El destino quiso que, por aquellos días, el arqueólogo francés Pierre Paris visitara la ciudad. Al contemplar el busto, quedó impactado. No era una simple reliquia de Al-Andalus, como muchos creían, ni una obra medieval. Su refinada ejecución y su enigmático porte sugerían algo mucho más antiguo. Consciente de su trascendencia, Paris escribió al Museo del Louvre para alertarles: aquella pieza no solo era bellísima, sino excepcionalmente antigua.

El museo francés no tardó en moverse. En cuestión de semanas, un donante sufragó la compra de la escultura por 4.000 francos, 5.200 pesetas, 30 € de hoy en día. Así, la Dama de Elche—todavía con su identidad enigmática—emprendió su primer viaje al extranjero. Partió del puerto de Alicante rumbo a Marsella y, de ahí, a París, donde recibiría su nombre definitivo: Dama de Elche. Fue allí donde se confirmó su origen: una pieza íbera del siglo V o IV a.C., mucho más antigua de lo que nadie en España había imaginado.

Dama de Elche

Un Regreso Lleno de Obstáculos

Durante décadas, España intentó recuperar a su Dama. Las primeras gestiones comenzaron en los años 20, pero fueron en vano. Solo con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, la oportunidad resurgió. En 1940, el Gobierno español reabrió las negociaciones con Francia, que desembocaron en un intercambio sin precedentes. A cambio de la devolución de la Dama de Elche, las Coronas de Guarrazar, documentos del Archivo de Salamanca y el lienzo La Inmaculada Concepción de Murillo, España entregó a Francia objetos de la batalla de Pavía y parte del fastuoso brocado de oro que perteneció al rey Francisco I.

Finalmente, el 8 de febrero de 1941, la Dama regresó a casa. Su llegada a la estación de Atocha en Madrid fue todo un acontecimiento. Miles de personas, conscientes del valor de la obra, celebraron su vuelta. Desde allí, fue trasladada al Museo del Prado, donde permaneció hasta 1971, cuando el Gobierno decidió llevarla definitivamente a su destino final: el Museo Arqueológico Nacional.

Un Viaje en Taxi que Pasó a la Historia

Fue en este último trayecto cuando FGArte y la Dama de Elche cruzaron sus caminos. El traslado desde el Prado hasta el Museo Arqueológico Nacional no se hizo en un vehículo oficial ni con grandes medidas de seguridad, sino de la forma más inesperada: en un taxi, envuelta en sábanas y mantas. La misión recayó en Francisco Gago, fundador e impulsor de FGArte, quien, junto a un compañero del museo y escoltado por la policía, llevó a la Dama en un humilde automóvil a su nuevo hogar.

Así, después de siglos enterrada y décadas en el exilio, la Dama de Elche volvió a ocupar el lugar que le correspondía: el corazón del patrimonio español.

En nuestra tienda puedes comprar una reproducción de la Dama de Elche de 15 cm. de alto y 12 cm. de ancho.

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